martes, 20 de mayo de 2014

Un respiro de aire fresco.

Llevo semanas llamando a la inspiración desesperadamente. 
Necesitaba escribir; necesitaba desahogarme y evadirme durante un rato de todo y de todos. 
He pasado días enteros pensando de qué podría escribir mi próxima entrada, pensando en que hay gente que la espera para leerla, cosa que me emociona y me hace sentir genial. 
He estado escribiendo pequeños fragmentos sin sentido de pequeños pensamientos que me venían a la cabeza, todos distintos los unos de los otros; pero me he dado cuenta de que no tienes que esperar o llamar a la inspiración, ella viene sola en el momento justo, en el momento más inesperado. 
También me he percatado de que tengo un gran bloqueo mental; tengo demasiadas cosas en la cabeza, desordenadas, todo hecho un caos. 
Digamos que el desorden de ideas es algo así como una habitación desordenada de un adolescente, no sabes por dónde empezar a ordenar y poner las cosas en su sitio. 
Me veo incapaz de muchas cosas, siento que me falta tiempo, ganas y fuerzas. 
Cada vez que intento hacer algo, no lo hago del todo bien porque no consigo centrarme al cien por cien y es un horror, se me quitan las ganas de intentarlo... se me quitan las ganas de todo. 
Luego se me junta todo por dejarlo para el último momento y mi cabeza no reacciona bien, se bloquea mucho más y por mucho que intente calmar mis nervios y mis ansias causadas por el estrés de todo lo que me invade sólo consigo empeorarlo. 
Ni siquiera la música me relaja, he llegado a un punto en el que hasta me agobia. 
Quiero y necesito tiempo para mí, 
para relajarme y ordenar esa habitación, 
para tener ganas de comerme el mundo,
para no agobiarme al instante en el que me pongo a hacer algo. 
Me gustaría resaltar una última cosa; hablemos también sobre esos cambios de humor que dan hasta miedo. 
Lo mismo puedo estar bien que de repente pasar a estar borde con todo el mundo. 
Todo a raíz de la frustración que me provoca que me repitan algo varias veces, o tonterías que aunque lo sean, hacen que mi humor cambie radicalmente. 
Pero luego llega alguien. 
Esa personita la cual sin saber cómo, hace que se te pase por completo, que todo esté en calma. 
Creo no, sé que mi cabeza necesita un respiro, necesita descansar, yo necesito descansar y que los demás descansen de mí también.  
Pero supongo que como dice la frase, ‘lo bueno se hace esperar’, ¿no?

jueves, 8 de mayo de 2014

Pequeña reflexión.

“Una vez, un comediante contó un chiste a la audiencia y todo el mundo rió con muchas ganas. 
Después de esto, este señor volvió a contarlo, esta vez, la gente siguió riendo, pero menos personas que antes. 
Volvió a repetirlo una, otra, y otra vez hasta que ninguna persona del público, rió. 
El comediante sonrió y dijo lo siguiente:
'no puedes reírte del mismo chiste cuando lo repites de nuevo cientos de veces, pero, ¿por qué sí que puedes seguir llorando sobre la misma cosa o las mismas cosas una y otra vez?'”.