miércoles, 24 de diciembre de 2014

Feliz Navidad.

Antes, para mí, la Navidad suponía todo lo bueno que me podía pasar; vacaciones, películas navideñas al calor del brasero, familia más unida que en todo el año, árbol de Navidad, luz y color por cada rincón tanto de la ciudad como en mi propia casa, ambiente en la calle, cientos de personas paseando con sus familias, ansias de que llegasen las cenas familiares para comer todos juntos más de lo que se pueda imaginar; la ilusión por el año nuevo, los propósitos que al final nunca se cumplen y se van acumulando... y cómo no, la cabalgata de reyes, la noche en la que ningún niño podía dormir impaciente por tener sus regalos bajo el árbol la mañana siguiente. 
Ilusión, luz, esperanza, incluso se veía la lotería por la tele con la familia por si nos llevábamos alguna alegría. 
Es increíble cómo cambia todo cuando creces. 
Te das cuenta de que los adultos están amargados y más que amargados (no digo todos, pero la gran mayoría es así, y se ve). 
Lo que antes era montar el árbol de Navidad con tu gente entre risas ahora se convierte en hacerlo por obligación, y de milagro alguien se digna a ponerlo para dar mejor aspecto a la casa. 
Ves a la gente en la calle aparentando felicidad y yendo a comprar los regalos. 
En mi caso, ves a tu familia impacientes porque acaben las cenas familiares y no tener que pasarse los días cocinando. 
La ilusión se esfuma junto con el espíritu navideño y lo peor es que se te pega. 
Ese espíritu y ese niño pequeño que llevas dentro se va y en cada Navidad y celebración te das más y más cuenta de que ya no está, el vacío es cada año más abrumador. 
Lo que antes era sentarse una tarde a comer palomitas en el brasero viendo alguna película de las que dan en la televisión para pasar la tarde sin aburrirse, pasa a ser hora y media de silencio e incomodidad deseando de que acabe la película o de formular alguna excusa y hacer cualquier otra cosa, evitarlo a toda costa. 
Lo que antes era salir a la cabalgata a ser el niño que más caramelos pudiera recoger, y no dormir esa noche por los nervios, pasa a quedarse en casa como cualquier otra noche, y sin ilusión por regalos; incluso antes de las vacaciones pasamos el tiempo queriendo que no lleguen por las notas y por lo que nos puedan decir sobre ellas. 
O te compran algún detalle y te lo dan antes de tiempo. 
Es una pena, la verdad, una pena que algo tan extraordinario y tan bonito, algo que te daba vida, luz e ilusión, se esfume con los años y se convierta en un período oscuro con alguna que otra luz de color por ahí. 
Es triste no poder disfrutar igual que antes de las pequeñas cosas de la vida.  
Que no os engañen, la Navidad solía ser bonita, ahora solo es algo comercial y se trata de comprar y aparentar felicidad. 
Nos venden la moto y acabamos comprando varias. 
La verdad, no quiero crecer, eso era lo que más deseaba, hacerme grande y mayor, ahora me arrepiento. 
Para las mentes inocentes e ignorantes esta es una época maravillosa, para los que se dan cuenta de las cosas y viven en días grises diariamente por lúcido que sea el sol en el cielo, son sólo eso... días como otros cualquiera a excepción de la gran importancia que tiene. 
El mundo es así, se mueve todo por el dinero y aunque digan que el dinero no da la felicidad, os digo que es una gran mentira. 
¿Cuántos problemas os quitaríais de encima si tuvierais el dinero que quisierais o simplemente todo estuviera muchísimo más barato? Ya sea viajar a ver a las personas que quieres o viajar para ver mundo, comprarte lo que te apetezca, vivir donde quieras, no preocuparte de lo que gastas o consumes, poder hacer regalos en condiciones... todo lo mueve el dinero, no digo que de completa felicidad pero reconozcamos que nos alegraría mucho la vida. 
Lo que hace la sociedad de hoy es transformar épocas del año preciosas como la Navidad en algo que les beneficie para sacar provecho. 
No digo que no me guste pero cada vez me gusta menos que llegue, para qué mentir. 



Aún así aprecio a la gente que lo vive de verdad, dejando de lado el tener que comprar regalos y demás, sólo disfrutar y dejar que el ambiente les consuma de felicidad y alegría, de luz y de color, porque de eso se trata precisamente.
Y de hacer sentir bien a quien quieres, e incluso ser amable con quien no conoces, como debería de ser. 
Me alegra pensar que todavía quedan esas personas que transmiten el espíritu navideño a los demás, que se ilusionan y vuelven a sentirse como si fueran niños otra vez por muy mayores que sean. 
Sólo por eso, esta época merece la pena. 
Y para los que pasan las navidades sin compañía, disfrutad igualmente, si estás bien contigo mismo, puedes vivirlo y disfrutarlo al 100% aun estando solo.
Además, yo estoy con vosotros. 

Feliz Navidad. 

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